Hacía ya tiempo que no pasábamos unas vacaciones en el país de origen de Amparo y decidimos que ésta era una ocasión muy favorable por el cambio a nuestro favor del peso colombiano.
Además, teníamos la ilusión de ascender a alguno de los nevados que en otros viajes habíamos vislumbrado a lo lejos en el horizonte. Después de ver los días disponibles, la facilidad de accesos y la dificultad de la ascensión elegimos el Nevado del Tolima, de 5.215 m., por la belleza de su paisaje y las pocas dificultades técnicas que presentaba. También mis amigos Julio, Sagrario y Tinchu iban para allí y se adelantarían unos días, con lo que tendría más información. Por fin cerramos tratos con Andes World Travel y el guía, Diego Zurek, de Crested outdoor, quienes ya habían organizado a nuestros amigos, y que en un plan de cuatro días ofrecían buenas posibilidades de cumbre. Parecían serios, eficientes y cuidadosos de los detalles. Con ellos, Julio y Sagrario hicieron cima en Cocuy y Nevado del Tolima. La cosa fue como sigue… Primer episodio De la llegada a Bogotá, recogidos por la familia de Amparo, e inmersión en el absoluto caos circulatorio de la ciudad. Después de cuatro días de una severa aclimatación de altura entre Bogotá y Subachoque, con familia y amigos, abundante comida y bebida, salimos para Armenia (la de Colombia- Quindio) en autobús de La Bolivariana a fin de ver paisaje y coger ambiente de viaje. El recorrido en autobús es muy recomendable, son cómodos, modernos y muy económicos también permiten ver una Colombia verdadera con toda su belleza y realidad. Además tenía curiosidad por ver la célebre subida a La Línea; puerta de la cordillera, que me habían comentado era una prueba de pericia para los conductores de camiones y autobuses por sus curvas pendientes y terrible tráfico en ambos sentidos. Nada desmereció, el paisaje una vez que se logra salir de Bogotá –más de una hora larga- es impresionante, a pesar de la terrible sequía que está ocasionando incendios en todo el país; este año El Niño está haciendo de las suyas. Paisajes de grandiosidad con su gran vegetación y lo quebrado de sierras que bajan de la cordillera.
La Línea, es una confirmación de que los conductores colombianos tienen, aparte de pericia, dos Ángeles de la Guarda y un San Cristóbal propio;
las curvas sin visibilidad, el prohibido adelantar, son solo para los cobardes y los colombianos son muy valientes. Cabezas tractoras (aquí se llaman Tracto Mulas) con enormes remolques se esquivan unos a otros en las curvas de doble sentido, mientras una heterogénea muestra de vehículos, furgonetas, pik-up, motocicletas, camiones años cincuenta y algún turismo adelantan y buscan hueco como pueden… cuando ves que el conductor ni siquiera suda y, una vez que te acostumbras, acabas disfrutando del espectáculo.
Después de unas seis horas para apenas 300 Km se llega a Armenia y de allí a Salento, ciudad de la que se parte hacia el Parque de los Nevados. Nos alojamos en el hotel “Mirador del Cócora”, donde nos recogerán por la mañana. Primera etapa: Salento-Finca la Primavera Llegada al parking del Cócora. ¡Horror! Acojone completo, el primer tramo: unos 10km/1000m. de desnivel, y mis habilidades son legendarias. ¡Admiración! En tiempo record estábamos en la Finca “La Argentina”, de donde seguimos a pie por El cañón de la Quebrada Cárdenas con un paisaje bellísimo, pasamos una loma vestida de frailejones y descendimos hasta la Finca “La Primavera” donde cenamos y dormimos. Segunda etapa: Finca La Primavera (3.768 m.-Campamento 4.400 m.) Desayuno, agua panela, café, plátano, arepas, arroz… Bellísima caminata en un paisaje de páramo andino, con bosque de frailejones incluido, pasando por la Laguna El Encanto a 3.910 m., con Pato Andino (Anas Andinum ). Se sigue subiendo hasta el campamento, comprobamos que las mulas nos han dejado macutos y material y procedemos a instalarnos, el Nevado esta encima de nosotros y, aunque cubierto de nubes, a veces se aclara lo suficiente y vemos la lengua glaciar que baja hasta los 4.900 m. siendo el primer objetivo de nuestra subida.
(¡Brrrrr!) Después de una noche de perros, viento, granizo y lluvia, a la hora prevista, Diego nos dice que hay que esperar, que llueve y graniza demasiado, que está cubierto y sin visibilidad, que vamos a ver si abre un poco y podemos salir. A las 4h a.m. una ventana de mejor tiempo nos hace salir de los sacos, desayunar deprisa e iniciar la ascensión. Unos cientos metros más arriba Amparo asegura no encontrarse bien. Apenas ha dormido y, sabiamente, opta por bajar al campamento.
Diego y yo seguimos ganando altura, pasamos las dos barreras de roca que no tienen dificultad y poco después alcanzamos la lengua de hielo a 4.900 m. Aunque no es difícil, nos encordamos por las grietas y empezamos a abrir huella; ha caído una buena nevada y nos hundimos en nieve costra a veces hasta la rodilla. Empieza a nevar, las huellas se tapan, la visibilidad se reduce a poco más de un par de metros, Diego mete la pierna en una grieta que está cubierta, pero sin problema seguimos subiendo hasta la gran loma cimera a 5.100 m. a la que llegamos sobre las 8,30h a.m. Aquí, una vez fuera de la protección de la ladera, el viento y la nevada nos dan con toda su fuerza y aunque la temperatura no es muy baja, tres o cuatro grados bajo cero, la falta de visibilidad nos hacen plantearnos el seguir; además, me preocupa que se cubra la barrera de rocas, es fácil, pero con nieve puede ser otra cosa. Decidimos bajar y dejarlo para otra vez, ¡una pena! Bajamos siguiendo la huella, no se ve ni a cantar y esta vez soy yo el que mete la pata en otra grieta, creo que la falta de visibilidad nos ha hecho desviarnos unos metros. La niebla nos acompaña hasta las barreras de roca en las que, a pesar de la falta de visibilidad y la nevada, Diego me guía sin ninguna duda.
Pasamos Los Arenales y llegamos al campamento, donde encontramos a Amparo bastante preocupada por la que estaba cayendo. Recogemos todo y bajamos hasta La Primavera, las mulas suben en medio del granizo y la ventolera y nos alcanzan en el páramo. Cuarta etapa: Finca la Primavera-Salento 17 km. 1.600 metros de desnivel… casi nada. Comenzamos remontando la loma y bajando toda la Quebrada Cárdenas, el paisaje es un impresionante bosque Alto andino, vemos todo tipo de pájaros: colibríes, un Tinamu endemico, tangaras, Aguilas de Paramo, Trogones en fin… El bosque va cambiando según bajamos y las palmas de cera nos avisan de nuestra proximidad al parking del Cócora y de la cerveza. No subí, pero me sentí muy bien y con solo media hora de visibilidad habríamos hecho cumbre. Lo seguro es que… Sí, valió la pena.